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sábado, 8 de agosto de 2015

Liderazgo Servidor

  LIDERAZGO SERVIDOR

El Liderazgo Servidor fue acuñado por Robert Greenleaf en los años setenta e  inspirado en Lao Tzu (China), Chanakya (India) y Jesús de Nazareth. Este tipo de liderazgo nos invita a lograr que los dirigentes de cualquier organización o equipo sean primero servidores de sus supervisados y sean capaces de influir en sus mentes, corazones, cuerpos y espíritus, creando una conexión muy sólida, de gran empatía y ética relacional. Greenleaf lo define como el deseo natural de servir primero y liderar después, como una consecuencia del servicio al otro; es descrito esencialmente como una manera personal de dirigir, sirviendo a sus seguidores, que tiene el potencial para crear un cambio positivo. Así, vemos como un estudio del 2005 de la Universidad de Gonzaga encontró que compañías como Starbucks se benefician al inspirar este tipo de liderazgo centrado en la figura del individuo como parte fundamental de la empresa.
Ahora bien, Robert Greenleaf, en sus escritos establece que este tipo de líder es un servidor que centra su atención en el desarrollo del potencial de las personas que integran el equipo de trabajo y tiene algunas características fundamentales, a saber:
El líder es el primero entre iguales. Esto es, no se considera por encima de los demás sino que concibe a quienes lidera como compañeros a quienes enseña y de quienes aprende y por tanto no cree que siendo el líder lo hace mejor que ellos.
Es un facilitador para la formación de equipos efectivos. Se enfoca en los talentos y fortalezas de sus seguidores, y cuando es necesario asume el rol de seguidor dejando que cada quien haga lo que hace bien, esto es, permite que sus colaboradores brillen por sí mismos.
Usa el liderazgo para el bien de las personas. Concibe su puesto como un medio para obtener el bien general y no como un fin de beneficio personal.
Es un escucha activo de sus seguidores. Se toma el tiempo para escuchar lo que otros tienen que decir. Generalmente está dispuesto a escuchar y de hecho se encuentran buscando opiniones e ideas de sus seguidores.
Es capaz de explicar y discutir. De forma que las metas comunes estén claras o que las ventajas de hacer las cosas de cierta forma sean más obvias y para conseguirlo utiliza el lenguaje de sus compañeros. Este tipo de liderazgo es más que un simple estilo para influir, se trata de toda una forma de vida en la que se busca sacar lo mejor del equipo de trabajo.
Es flexible, adaptable y abierto a las mejoras. Si se le convence de que los otros tienen razón, cordialmente aceptará las diversas opiniones y accederá a esas sugerencias.
Potencializa a sus seguidores. Les ayuda a realizar cosas que ellos no sabían que podían y esto lo consigue estableciendo metas que sean viables pero al mismo tiempo desafiantes.
Inspira a otros a servir. Sabe que no puede hacerlo todo solo, e incluso aunque pudiera, no lo querría, puesto que desea trabajar con y para los demás, por lo que para lograrlo busca ser inspiración de los que sirve para que a su vez sirvan a otros.
Así vemos como la mentalidad del liderazgo es absolutamente distinta de la forma común de pensar. Según Koestenbaum (1999), el cambio de la última a la primera es una conversión, una transformación, una superación. La mentalidad del liderazgo, su mentalidad o inteligencia, constituye una desviación radical de la consciencia ordinaria habitual. El giro hacia el liderazgo, es un cambio de paradigmas, es una transformación, es un esclarecimiento, el cual permite al individuo que la experimenta ampliar las posibilidades, cultivar el potencial humano, el júbilo de descubrir la libertad, entusiasmo y pensamiento positivo. Todo se conjuga en una sola cosa: la alegría de la mentalidad del liderazgo.
La filosofía del Líder Servidor, se encuentra reflejada en la cultura Occidental, el concepto de liderazgo servicial se puede remontar a Jesús, quien enseñó a sus discípulos: “Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ello, y sus altas autoridades ejercen potestad sobre ellas. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será primero nuestro servidor. Y el que de vosotros quiera ser el primero, deberá ser siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate de muchos." (Marcos 10:42 - 45), y decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras; si te callas, calla por amor; si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; ten la raíz del amor en el fondo de tu corazón y de esta raíz solo puede salir lo que es bueno”. 
A lo antes expuesto se suma la visión de Greenleaf (2003), quien aborda el Liderazgo Servicial como una filosofía altruista que apoya a la gente que elige primero servir, y después, pasar a ser líder como una manera de ampliar su servicio a los individuos y a las instituciones. Los Líderes sirvientes pueden, o no, ocupar o tener posiciones de liderazgo formal. El Liderazgo Servicial anima la colaboración, la confianza, la previsión, la predisposición a escuchar, el uso ético del poder y el empoderamiento. Su filosofía se aplica y encaja bien en las organizaciones sin puestos de trabajo, es un instrumento distinto para una tarea distinta.

Enfoques Emergentes



Enfoques Emergentes del Liderazgo Empresarial  

El presente ensayo busca plasmar las bases y características principales de algunos enfoques emergentes del Liderazgo Empresarial en las organizaciones, y sus consideraciones en las diversas entidades venezolanas, tomando en cuenta el contexto de la actualidad gerencial, la cual está inmersa en un mundo de cambios tecnológicos, sociales, políticos, ambientales, entre otros.
En primer lugar, quisiera enfatizar que los diversos enfoques emergentes de liderazgo consideran que el líder es capaz de influir en los seguidores mediante la inspiración, esto en repuesta a la comunicación que mantiene con su equipo; destaco, además que estos nuevos enfoques toman principios de las teorías tradicionales, pero agregan valor al contribuir con otras interpretaciones para lograr un liderazgo eficaz en el contexto empresarial, tal es el caso del liderazgo transformacional, el liderazgo ético, el liderazgo resonante, el liderazgo en equipo y el liderazgo náutico.
 En lo que respecta al Liderazgo Transformacional, Lussier y Achua (2005), consideran sinónimos los términos de liderazgo carismático y liderazgo transformacional, al respecto se puede entender el carisma como el proceso de influencia en las actitudes y premisas de los componentes de las organizaciones para efectuar transformaciones significativas y comprometerse con la visión de la organización; por lo tanto, este liderazgo se caracteriza porque el líder tiene una visión clara de lo que quiere, es empático y esta dispuestos a correr riesgos personales para alcanzar su visión.
El liderazgo transformador muestra que para conseguir resultados altamente positivos, a los líderes les corresponden aprender a crear un ambiente de trabajo efectivo. Necesitan beneficiarse de los puntos fuertes de cada uno del personal que integra a la organización, en vez de concentrarse simplemente en los puntos de desarrollo. Los líderes deben aprender a elogiar y promover emociones positivas como comprensión, optimismo, gratitud motivación, por lo que precisan desarrollar e incentivar las relaciones de apoyo mutuo en todos los niveles y ofrecer un profundo sentido de significado y propósito del trabajo.
Por lo tanto, ejercer un liderazgo transformador representa el cultivar un clima organizacional positivo; entablar relaciones, mantener la comunicación y crear, en cada uno de los liderados, una percepción de sentido y significado positivos de su trabajo; por lo que se debe ir más allá del cambio de comportamientos y actitudes, desarrollar nuevas creencias y valores, confiar en la capacidad y en la buena voluntad, en las posibilidades del virtuosismo y de la excelencia superior al límite.
Entre los actuales enfoques, también se encuentra al Liderazgo Resonante, al respecto y en los términos de comunicación la mejor forma de decir, si hay un equilibro con las relaciones interpersonales e intrapersonales, es la resonancia y la disonancia, por lo que Goleman (2002) manifiesta que “las personas más resonantes son aquellas que sintonizan mejor con los demás y las que mantienen relaciones más transparentes, porque la resonancia minimiza el ruido del sistema”; además Goleman (2005) expresa que la capacidad intelectual por sí sola no hace al líder, pues estos deben saber manejar las emociones. 
Considerando lo anterior, el líder desempeña un rol significativo en el clima emocional colectivo ya que explícita o implícitamente fija la norma emocional del equipo. Si un líder carece de la capacidad para conducir las emociones apropiadamente, sus acciones no darán resultados adecuadamente; por lo que este líder debe encauzar los sentimientos de las personas emocionalmente positiva.
En consecuencia, unas de las características del líder resonante son el optimismo y la empatía, lo que se traduce en un entusiasmo por parte de sus seguidores. Esta empatía debe permitir interpretar las emociones ajenas, con el propósito de generar esa relación que permita alcanzar los objetivos organizacionales propuestos, y por ende la visión empresarial.
Para algunos investigadores, el líder resonante, posee la habilidad de ajustar las características de todos los estilos de liderazgo (visionario, coaching, afiliativo, democrático), pues cada uno de los estilos se fundamenta en un conjunto de competencias emocionales heterogéneas según sea el caso, conservando una conexión con sus seguidores ampliando el tono emocional positivo.
En este sentido, el liderazgo resonante conduce al líder a reconocer a un seguidor conferido de emociones, competente para relacionarse, para empatizar, y entender el impacto de dicha emoción en las decisiones, llevando a humanizar el proceso de liderazgo, por lo que los líderes resonantes deben desarrollar la capacidad que tienen para sintonizar con sus propios sentimientos y de los miembros del grupo para lograr el éxito personal y el buen desempeño empresarial.

Otro modelo emergente es el Liderazgo Ético, que según Robbins (2009), estas personas saben quiénes son, lo que creen y valoran; y los liderados lo consideran personas éticas y una de sus cualidades más importantes es que generan confianza. Esta confianza es una expectativa positiva de que otra persona no actúa de forma abusadora. La expectativa positiva involucra conocer a la persona y entenderla, para eso hace falta la interacción, que se conozca al líder y se esté claro en quien es.
Ahora bien, estos líderes deben ser emocionalmente estables, pues son quienes podrían construir acciones éticas, por lo que este liderazgo debe estar cimentado en virtudes, en la propia condición humana, en el respeto a la persona, en valores antropológicos, los cuales son propios del hombre; es una manera de ayudar a la edificación del respeto organizacional como plataforma de las intervenciones para la transformación, el desarrollo y la competitividad, por lo que la dirección de una empresa es ética cuando se rige por unos principios que se llevan a la práctica empresarial, en consecuencia todo lo concerniente con códigos, valores y normas descansa sobre la toma de decisiones en una búsqueda de lo que se espera en el marco del deber ser.
Al respecto, es importante señalar que Moreno (2001) manifiesta que el líder debe poseer ciertas virtudes: prudencia, templanza, fortaleza y justicia, las cuatro “han de guiar el liderazgo ético porque están fundamentados en la persona (directivo líder y ético) y (éste) se dirige a personas” (p. 7). El autor menciona que a) Prudencia: ha de regir nuestra conducta, presente en todas las actuaciones, b) Templanza: tener ánimo sereno, equilibrado  para transmitir serenidad en una empresa, de que las cosas se hacen de la mejor manera posible, c) Fortaleza: como virtud de ánimo, donde el líder se mantiene de pie aunque los demás desfallezcan y d) Justicia: los colaboradores han de percibir que el líder es justo. Si la justicia está presente en la dirección, se gana credibilidad con los colaboradores.  Cuando hay arbitrariedad y prepotencia, se pierde la posibilidad de llevar a los equipos de trabajo al éxito.

Por otro lado, tenemos el Liderazgo Quántico, cuya denominación fue dada por Cuevas (2012), quien manifiesta que este líder a nivel empresarial debe buscar nueva manera de encarar su realidad, siendo una de sus premisas principales “Si tu cambias, todo cambia”. La característica principal de este líder es el autoconocimiento, la imposibilidad de desligar la realidad personal de un individuo de la realidad empresarial del mismo, por lo que si una parte de su ser cambia de alguna manera, todo el conjunto que conforma a esta persona mutara junto a él.
Según el autor antes señalado, el liderazgo quántico promueve que las personas evolucionan o transforman su realidad a través de tres elementos básicos: disponer de enfoque, capitalizar  experiencias y ser creativos.
Cada elemento lo explica de la siguiente manera:
a.       Enfoque: En un mundo donde la dispersión y la ansiedad desperdician varios recursos, promueve que cada persona tenga claro “donde está”, “a donde va” y “cómo va a lograrlo”.  Cuando tenemos ese enfoque, comenzamos a transformar la realidad.
b.      Capitalizar experiencias: Desde la perspectiva de este liderazgo, no hay experiencias buenas o malas, cada una de ellas representa oportunidad para evolucionar.
c.       Creatividad: este liderazgo permite que personas y equipos sean más creativos al elaborar sus estrategias, buscar oportunidades o planear negociaciones. Hoy día ante cambios constantes, la creatividad es vital para adaptarnos y evolucionar a la misma velocidad de las transformaciones. El poco tiempo que las personas disponen para ser creativos, arriesga que los equipos se pierdan en el trabajo y el día a día termina por rebasarlos. 

Otra de las tendencias actuales es Liderazgo en Equipo, es decir el líder basado en el lema “divide y reinaras”, gobierna con éxito el grupo de trabajo pero no produce equipos, sólo agrupa personas para realizar una tarea. El buen líder con sus acciones conforma equipos de trabajo, manejando la mezcla adecuada de lealtad, motivación y confianza que las personas necesitan para creer y emprender en pos de los objetivos grupales.
       La diferencia entre un grupo de personas y un equipo de trabajo es lo que determina la eficiencia de una organización  El sentimiento de pertenecer a un equipo de trabajo permanece en el tiempo, y aunque uno haya dejado de pertenecer a ese equipo, ese sentimiento de lealtad se mantiene.
Ahora bien, bajo todo este contexto antes señalado, es importante destacar que las organizaciones venezolanas están orientando parte de su estrategia a fortalecer el liderazgo resonante en sus directivos, gerentes y supervisores, con trabajo en equipo, que se transforme, y en consecuencia transforme exitosamente a la organización, pues se busca un liderazgo contemporáneo sustentado en el ser integral.
Además, se observa como los diferentes estilos de liderazgos emergentes conforman un paradigma moderno para la comprensión del proceso de liderar y muestran especial énfasis en el análisis de la relación del líder con los liderados. Así, estas tendencias puntean al rescate del desarrollo personal y profesional del equipo y de la organización. De modo que, son tendencias que despiertan la necesidad del líder de reconocer la importancia de la formación y el desarrollo de capacidades y competencias de los liderados.
Los estilos de liderazgo que se siembran actualmente, son sustentados en aspectos concernidos con la autoestima, ética, empatía, autoconfianza y valores, generadores de las mejores cualidades de los equipos. Un estilo transformado que se fomenta en pro de las venideras generaciones.





Referencias

Cuevas J. (2012). Liderazgo Quántico. Grijalbo. México.
Goleman, Daniel; Boyatsys, Richard y McKee, Annie (2005). Líder Resonante Crea Más. EditorialRandomHouse. México.

Lussier, Robert y Achua, Cristopher (2005). Liderazgo. Teoría, Aplicación y Desarrollo de Habilidades. Editorial Thomson Learning. México.

Moreno, Carlos (2001). El liderazgo ético fundamentado en virtudes. Papeles de Ética, Economía y Dirección nº 6. Recuperado del sitio web: http://www.duoc.cl/etica/pdf/fet00/material-apoy/Liderazgo-y-virtudes.pdf el 5-05-13.
Robbins, Stephen (2009). Comportamiento Organizacional. Editorial Pearson. Prentice Hill. México.

sábado, 1 de agosto de 2015

Fundamentos


BASES FILOSOFICAS, TECNOLOGICAS Y PRAXIS DEL LIDERAZGO





El presente ensayo busca plasmar las bases filosóficas, tecnológicas y praxis del liderazgo, así como su evolución y algunos enfoques dados en diferentes organizaciones por medio de un análisis conducente a reflexiones finales sobre la taxonomía del liderazgo y la tendencia del liderazgo organizacional en las empresas, tanto públicas como privadas, considerando las características del líder en medio de una actualidad gerencial compleja y transdisciplinaria.
En primer lugar, y de manera particular, considero que es importante enfatizar que el liderazgo es un objeto de estudio complejo, no solamente porque es ejercido por personas que interactúan entre sí, sino por las relaciones entre diversas variables, conceptos y organizaciones interactuantes; no en vano, por décadas, su estudio ha sido una parte central de la literatura sobre gerencia y conducta organizacional. 
En este sentido, el liderazgo ha sido definido en términos de rasgos individuales, conducta del líder, patrones de interacción, relaciones definidas por roles, percepciones de los seguidores, influencia sobre los seguidores, predominio sobre los objetivos de la tarea, grado de transformación de las personas, influencia sobre la cultura organizacional, entre otros aspectos significativos; sin embargo muchos autores han logrado diferenciar comparativamente entre gerencia y liderazgo; como elementos  claves en la caracterización de los diversos enfoques emergentes para los actuales tiempos, los cuales son tomados en cuenta como esencia para el presente ensayo.
Ahora bien, el liderazgo siempre ha existido, porque nació y evolucionó junto con el ser humano y su necesidad de integración, por lo que su ejercicio es innegable tanto en el hogar, la comunidad y el trabajo, por esta razón es calificado como un fenómeno universal que incluye una relación entre líder y seguidor.
Al respecto, Robbins (1998), define al liderazgo como: “la capacidad de influir en el grupo para la obtención de metas”. (p. 336); mientras que Arias (1999) manifiesta que  constituye “un proceso para alcanzar una visión y una misión valiosas mediante el involucramiento y el desarrollo integral de las personas y sus facultades humanas, utilizando al máximo los recursos y con repercusiones positivas para la calidad global de vida. (p. 199).
Considerando lo anterior, el liderazgo se puede entender como la capacidad que tiene una persona para influir sobre las demás, bien sea porque sus características personales les atraen e identificándose con él, o bien por la capacidad que ha demostrado en determinadas acciones. Es por ello que, quien ejerce el liderazgo debe combinar habilidades técnicas, humanas y conceptuales y guiar de esta manera al talento humano para el logro de las metas establecidas.

Por otra parte, se ha querido descubrir los rasgos de los líderes; en este sentido, una manera de observar el liderazgo consiste en comparar los diferentes rasgos, como por ejemplo, la seguridad en sí mismo, la creatividad y la inteligencia de los líderes y de los que no son, para comprobar las posibles diferencias, y en el liderazgo empresarial se busca la relación  entre sus características personales y la eficacia de su trabajo.
Referente a lo anterior, plantea Benavides (2005) que la premisa del Enfoque de los Rasgos subyace “de que los buenos líderes nacen” (p. 211) y se intenta determinar las características que poseen. Entonces, un líder tiene una serie de rasgos innatos que le facilitan la capacidad de liderazgo, en consecuencia no se puede aprender a ser un líder, tan sólo se identifica a los que poseen unas determinadas características.
No obstante, otros especialistas rechazaron los resultados de las investigaciones sobre la Teoría de los Rasgos, así Stodgill (1948) reseñado por Benavides (ob.cit)  manifiesta que “una persona no se convierte en dirigente en virtud de que posee alguna combinación de características…la dirección debe ser concebida en términos de la interacción de variables que están en constante flujo y cambio” (p.212).
Según lo mencionado, en el enfoque de los rasgos al priorizar las características psicológicas de la personalidad, no se le da valor a la situación específica en que el  líder actúa, ignorando los factores situacionales, por lo que es necesario tener presente que un grupo es un proceso de interacción social condicionado por normas y valores sociales.
En consecuencia, estas dos maneras generales de forjar el liderazgo han tenido su expresión en la psicología social en dos enfoques: el enfoque de los rasgos y el enfoque situacional que comienza con el desarrollo organizacional siendo una característica del enfoque grupal de liderazgo. Existe una serie de factores que intervienen de manera recíproca y que hay que considerar en el liderazgo y son aquellos que básicamente están concernidos con las características psicológicas, el contexto específico en que actúa la persona y en especial las actividades concretas, así como las necesidades y expectativas de los integrantes del grupo, por lo que la Teoría por Contingencias explica que el estilo de liderazgo adecuado se determina según el líder, los seguidores y la situación. En este enfoque manifiesta Fiedler (1967) reseñado por Palomo (2010) “la dirección es esencialmente una relación en la que una persona utiliza su poder en influencia para lograr que numerosas personas trabajen juntas y realicen una tarea común” (p.34).
 De tal manera, que la teoría de Fiedler refiere a la cantidad de poder e influencia que el líder ejerce sobre las personas; tratándose del grado en que sus acciones condicionan, predeciblemente, las conductas de las personas. El supuesto vital de esta teoría es que no existe una única mejor forma de liderar, sino que el estilo de liderazgo óptimo es contingente en función de cada situación; por lo tanto estilos totalmente opuestos pueden ser efectivos en diferentes contextos; al respecto plantea Hampton (1944) “la eficiencia del estilo de liderazgo depende de que se adecue a la situación. Las situaciones pueden clasificarse según el grado en que favorezca al líder” (p. 478).
Por otra parte, al tratar sobre teorías relacionadas con la influencia y el poder, es necesario referir dentro del modelo sociopolítico la clásica tipología realizada por Lewin, Lippitt y White (1939), quienes determinaron el estilo democrático, autocrático y el laissez faire.
En el estilo Democrático, el líder establece los objetivos y actividades a realizar teniendo en cuenta a las personas que participan en la toma de decisiones, y según Benavides (ob.cit) “…se fomenta la participación…”. Por otra parte, el Autocrático manifiesta Ramos (2005) “se caracteriza porque el líder determina los objetivos, las tareas y las funciones a realizar, y supervisa de forma escrita el trabajo de los subordinados” (p.64), e igualmente plantea que este estilo “genera mayor descontento que el estilo democrático y produce más dependencia…” (p. 65).
En cuanto al estilo Laissez Faire, manifiestan los autores es un estilo exageradamente permisivo y produce confusión por la ausencia de normas, es decir, la actividad directiva del líder se mantiene en un grado mínimo, permitiendo al grupo actuar sin casi supervisión.
Por otro lado, puede existir un Liderazgo Transaccional, el cual está fundamentado en cumplir con los objetivos y con el desempeño esperado, recompensar si se logran los objetivos, y castigar o reprender si no. Se denomina así porque la "transacción" sería lo que se le paga a los miembros del equipo a cambio de su esfuerzo y su cumplimiento. La base de este liderazgo es una transacción o proceso de intercambio entre los líderes y sus seguidores; el líder reconoce  las necesidades y los deseos de los seguidores y, después, explica con claridad cómo podrán satisfacerlas, a cambio de que cumplan los objetivos especificados.
En torno a lo anterior, es importante enfatizar que, durante años, algunos autores, han concebido al liderazgo como una actividad amplia y visionaria que trata de inspirar, e incluso transformar, a los miembros de la organización, de que piensen y actúen en conformidad con las ideas organizacionales, así las personas se sentirán comprometidas a alcanzar metas, que se identifiquen con la corporación, en este sentido, a este tipo de liderazgo se le llama liderazgo transformacional.
Quienes conciben el liderazgo en esa forma transformacional lo consideran como un elemento decisivo de la eficacia organizacional. Maxwell (2007) ya había expresado antes esa opinión, al plantear que el líder transformador enfoca su esfuerzo en lograr un significativo aprendizaje desarrollado en la organización, siendo competente para comunicar su propósito estratégico, dirigir sus acciones para lograr con eficiencia y eficacia la dinámica productiva, así como el intercambio de ideas
Por su parte, Lerma (2007), agrega como el liderazgo transformacional presenta un conjunto de lineamientos que postulan que las personas seguirán a quien los inspire, donde los seguidores con visión se enfocan en lograr significativas metas, siendo importante actuar con entusiasmo y energía. En este sentido, con este liderazgo se motiva al personal, quienes son dirigidos para aceptar y comprometerse con la misión y visión organizacional. Por tanto, tiende a transformar a las personas, estimulándolos a actuar por sobre sus propias exigencias laborales; originando cambios en los grupos y en las organizaciones.
 Ahora bien, actualmente, las organizaciones atraviesan cambios significativos, como es el paso de un paradigma moderno a un paradigma de organización postmoderno, donde se puede describir la manera en que éstas se transforman, alejándose de una gerencia jerárquica tradicional para llegar a una participación activa de todas las personas que la integran; y es importante destacar que el gerente en una organización no solamente debe ser gerente sino un líder que sea capaz de lograr cambios totalmente positivos dentro de la misma, con un personal que se sienta comprometido y comparta sus valores organizacionales.
Desde esta perspectiva, se subraya que el nuevo milenio ha convertido las prácticas de las organizaciones y con ello las particularidades que el nuevo ámbito empresarial demanda de los lideres, sin importar si son organizaciones privadas o públicas, pues, finalmente el entorno que las rodea es el mismo, el cual está en constante cambios, bien sea por aspectos tecnológicos, políticos, económicos o sociales, por lo que es necesario contar con un perfil muy diferente del líder de hace varias décadas, y según lo manifiesta Schonfel (2000) “el líder que no evoluciona no es líder, porque si no prepara a su organización para un futuro diferente, atenta contra sus posibilidades de continuar sirviendo a su comunidad” (p.40); así, anticiparse al cambio y preparar la organización debe ser una función del líder de hoy y del futuro, debe ser capaz de crear nuevos estándares de desempeño y responder ante los desafíos de la competencia, clientes, nuevos mercados, estándares laborales, tecnología y del mundo globalizado.
E igualmente, plantea Schonfel (ob.cit) que las organizaciones que cuentan con un líder capaz de ejercer varios estilos de liderazgo de acuerdo a los requerimientos de cada circunstancia particular y estén maduros para sostenerlos, serán capaces para crecer y de mejorar la calidad de sus resultados. De acuerdo a lo anterior, la flexibilidad y capacidad de adaptación le permite al líder utilizar la forma más adecuada a cada situación siendo más efectivos al momento de lograr resultados.
Concluyendo, se realizaron algunas consideraciones teóricas sobre el liderazgo en base a diferentes posturas epistémicas de algunos autores, precisando que el proceso de dirección a través de un liderazgo debe estar acorde a los movimientos del entorno, representando este aspecto fundamental en la organización, y donde el líder debe constituirse en un actor motivacional para el cambio organizacional.
Por lo tanto, la tendencia es que el líder organizacional sea capaz de generar un empoderamiento por parte de las personas, un sentido de pertenencia e identificación con la organización, como consecuencia del modelaje del líder quien con sus acciones, inspiración de confianza, valores y principios, promueve y motiva a su personal a realizar una labor eficiente para alcanzar los objetivos y la visión organizacional, asumiendo un compromiso y siendo corresponsables de los procesos de la organización.
 
REFERENCIAS.

Arias, F. y Heredia, V. Administración de recursos humanos. México: Trillas,
   1999.

Benavides J. (2005). Administración. Editorial McGraw-Hill. México.

Hampton D. (1994)  Administración. Editorial McGraw-Hill. México.

Lerma, A. (2007). Liderazgo emprendedor: cómo ser un emprendedor  
    de éxito y no morir en el intento. Editorial Thompson. México.

Maxwell, J. (2007). Liderazgo. Principios de Oro. Editorial Grupo Nelson.
    Estados Unidos de América.

Palomo M. (2010).  Liderazgo  y  motivación de equipos de trabajo.  Editorial
    ESIC. España.

Ramos A. (2005) Mujeres y liderazgo. Una nuevo forma de dirigir. Editorial
    Maite Simon

Robbins,  S.  (1998).      Comportamiento    organizacional.   Prentice   Hall
    Hispanoamericana, S.A. (8ª ed.). México.

Schonfel R. (2000). El Liderazgo es un sentimiento: manual de liderazgo para
   organizaciones sociales. Editorial Fundación Compromiso. Argentina